La actual campaña electoral presenta viejas propuestas en un formato innovador, las cuales reiteran ideas y prejuicios de larga data. Estas ideas y prejuicios han causado graves daños a nuestra sociedad en el pasado.
El malestar social, originado desde el poder económico concentrado y la prensa que responde a dicho poder, permite que las propuestas ultraliberales encuentren espacio en el descontento manifestado por la sociedad después de años de crisis. Estas propuestas atribuyen la inflación a la “casta política”, ocultando a los oligopólicos formadores de precios y a los factores externos de gran impacto. Además, actúan desestabilizando y deslegitimando al Estado y a la política. Las recetas de los programas que aplican esas soluciones ultraliberales tendrán consecuencias letales para las mayorías. Es importante extraer lecciones de la experiencia para evitar repetir este camino con sus históricos resultados nefastos.
Los únicos beneficiarios de estos modelos son las élites locales aliadas al capital extranjero. Hay que recordar los resultados de las políticas de mercado implementadas desde el propio Estado en 1976, 1989, 1999 y 2016.
Sostener de manera dogmática que el sector privado es más eficiente, desconoce las distorsiones de mercado propias de estructuras monopólicas u oligopólicas, que se benefician de la debilidad o ausencia del Estado para obtener mayores ganancias. Es importante considerar que estas normativas favorables a la inversión extranjera se sancionaron en 1976 y se profundizaron en 1993.
¿Se cobran muchos o pocos impuestos?
No es cierto que la presión impositiva en Argentina sea tan elevada, como reconocen en privado analistas conservadores. El promedio de tributación en la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) es del 33.6%, con un máximo del 47.1% en Dinamarca. Francia e Italia superan el 40%, y en Alemania y muchos otros países superan el 35%. En Argentina, dicho nivel es del orden del 30%. Considerar el impuesto como robo promueve la cultura de evasión y elusión fiscal, y las grandes empresas evaden contablemente, pagando en realidad menos del 5%.
En Argentina, el 40% de los ingresos nacionales y provinciales procede de impuestos al consumo (se eleva al 60% considerando los impuestos indirectos), en contraste con el 25% en los países desarrollados.
Los Impuestos a la Propiedad en Argentina representan el 2.1% del total recaudado, mientras que en los países desarrollados superan el 5% y llegan al 9% en los más ricos.
Comparemos los impuestos sobre ganancias: en Argentina, representan un 23% de lo recaudado, mientras que en países desarrollados, el promedio es del 36%, con un 65% en Dinamarca, 57% en Nueva Zelanda y 34% en otros países.
¿Qué hacemos con la inflación?
La inflación no se origina únicamente por políticas monetarias deficientes, sino también de fuertes pujas distributivas, tanto entre empresarios y trabajadores como entre empresarios.
El objetivo primordial es evitar un retorno a condiciones similares a las de la ‘Ley de la Selva’. Además, la inflación surge a raíz de tensiones en los mercados cambiarios, una estructura productiva desequilibrada, prácticas especulativas en el ámbito financiero y un elevado endeudamiento. Es imperativo forjar acuerdos para atenuar este proceso inflacionario. En caso de que estos acuerdos resulten inviables, cualquier ajuste necesario debe recaer sobre aquellos que han obtenido mayores beneficios del proceso inflacionario, y no sobre el consumo popular. Un ajuste que impacte desproporcionadamente en los sectores menos privilegiados sería inevitablemente recesivo, ya que conllevaría una disminución del consumo y podría generar desequilibrios fiscales.”
Análisis y comentarios inspirados en la Carta del Plan Fénix.
COMISIÓN DIRECTIVA
APYME
DELEGACIÓN CÓRDOBA